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Los túneles de Buenos Aires

Uno de los muchos túneles de Buenos AiresEl hallazgo de sótanos, cisternas y pozos -durante la excavación para la nueva sede del Concejo Deliberante obligó a paralizar los trabajos entre 1927 y 1929. Esto es común en el casco histórico de la Ciudad. En 1887 había 7.623 casas con sótanos (constituían más del 20% del ejido urbano de aquella época en la Ciudad).

Los sótanos, gran cantidad de cisternas, pozos, y cambios de plantas aparecidos en 1927 durante la excavación para el subsuelo y los cimientos de la nueva sede del Concejo Deliberante paralizaron los trabajos hasta 1929. Esto es común en el casco histórico de la ciudad de Buenos Aires. Daniel Schavelzon afirma que hubo una variedad inusitada en diferentes épocas y autores con multitud de propósitos: “Bajo la ciudad hay, además de túneles, es decir una circulación que tiene una entrada y una salida por un lugar diferente, sótanos muy complejos, cisternas, depósitos, aljibes, pozos ciegos enormes, conductos de agua, de carbón y de electricidad, heladoras para carne, depósitos, enfriadoras de cerveza, cavas y tantas otras obras que desde el siglo XVI se fueron haciendo cotidianamente.” “La Gaceta Mercantil” en 1848reveló una galería soterrada al Hospital de Hombres — en calle del Comercio, Humberto Primo, casi esq. Balcarce-, entre el templo de San Telmo y la segunda casa residencial construida por la Compañía de Jesús, en Perú y Alsina. En 1887 había 7.623 casas con sótanos entre las 33.804 existentes — más del 22 % del ejido urbano — y complejas obras no registradas en viviendas y comercios. La manzana que actualmente ocupa La Legislatura y sus adyacencias no escapaba a esta situación.

Pedro Benoit, en 1881, remodelando el Cabildo construido por los jesuitas entre 1725 y 1765, descubrió dos túneles y una extraña obra. Similares hallazgos hubo en la Manzana de las Luces. A principio del siglo pasado se hablaba de una vía subterránea debajo de la calle Potosí –hoy Alsina- atravesando el templo de San Ignacio hasta la Casa de Ejercicios Espirituales y en 1904 Blas Vidal contó en “Caras y Caretas” un recorrido que hizo.

Plano

En 1909 haciendo trabajos de saneamiento junto al edificio Anexo al Palacio Legislativo, “debajo de los sótanos de la casa del señor Aguirre, penetrando por la puerta que lleva el número 102 en la calle Bolívar” se encontraron dos grandes cámaras circulares comunicadas por un corredor, cuyas bóvedas estaban a 6 metros de profundidad. “La Prensa” dijo que eran “muros gruesos y elevados, sus bóvedas y sus nichos misteriosos”. Se comprobó que estaban aisladas.

“La Nación” publicó cuatro artículos sobre “Los subterráneos de Buenos Aires”, uno dedicado a la casa de Aguirre que en 1914 fue demolida para dar lugar a la avenida Diagonal Sur. Años después se argumenta que en la Manzana de las Luces existe una red con tres galerías principales y varias accesorias.

Greslebin en base a un plano de Topelberg previo a la construcción del Colegio Nacional Buenos Aires, sostuvo que una de ellas –a la que denominó A- construida de sur a norte, a 3.70 del nivel de la vereda de la calle Bolívar “debía unir San Ignacio o el Colegio de San Carlos quizás con la Catedral, pasando por la casa de Aguirre”, tal como lo sospechaba también Vicente Nadal Mora sobre una referencia publicada en 1899. Incluso Outes, advirtió que “en el bloque Diagonal Sur, Alsina y Chacabuco deben encontrarse los restos de la galería de mina construida por Felipe de Sentenach (…) con el propósito de hacer volar el cuartel de La Ranchería (…) en 1806”. En tanto, el ramal D corre directamente hacia la Casa de Ejercicios Espirituales “Nuestra Señora del Buen Consejo” levantada por los jesuitas entre 1729 y 1752 con capilla importante en la esquina noreste de Perú y Alsina, también demolida para la Diagonal Sur.

Schavelzon supone que “la obra jesuítica de esta red bajo la Manzana de las Luces y alrededores fue parte de un proyecto amplio, aunque de difícil ejecución, hecho a intervalos y con diferentes técnicas y criterios e incluso arquitectos.

La fecha de expulsión de la Orden, en 1767, marca el final de esas construcciones intermitentes, cosa común en la arquitectura de la época –también San Ignacio se hizo por partes-, quedando finalmente interminada. Otros más tarde la usaron, modificaron, destruyeron o alargaron poco más”.

Hacia 1928 en Victoria entre Bolívar y Defensa, se descubrió un túnel en el Banco de Hacendados que probablemente uniría Santo Domingo y San Ignacio con la Catedral.

Y en 1936, cuando la nueva sede del Concejo Deliberante tenía cuatro años, en otra remodelación del Cabildo se redescubrieron 66 m. de los túneles descriptos por Benoit y al año siguiente, otros bajo la fachada Este de la Casa de Gobierno. La continuidad tanto de los ramales Este como Sur del Cabildo ha sido irremediablemente destruida.

“Debemos tener en mente –sostenía Schavelzon en 1992- que pese a que aún mucho se conserva, la enorme mayoría de estas obras subterráneas ha sido destruida; y en los túneles no hay misterio alguno que pueda ser desentrañado, el misterio está en nosotros, que hemos destruido nuestro propio pasado en aras de un progreso de muy dudosa calidad”. Previamente el historiador R. P. Guillermo Furlong había dicho: “No podemos ni debemos romper con el pasado glorioso de nuestra cultura, antes debemos reconocerle para quererle”.

Escribe: Daniel Vargas, historiador de la Legislatura porteña.

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